Análisis de League of Evil - Contra los retrovillanos

Análisis de League of Evil - Contra los retrovillanos

Los plataformas, en su más pura esencia, conforman un género que nació, como la mayor parte de todo el catálogo de la época, con el mero fin de entretener. La diversión per se, la desconexión de todo para hacer mover a ese amasijo de píxeles, para que corra, salte, supere los cada vez más complicados obstáculos que se le ponen por delante mientras tú te dejas los dedos y a veces la paciencia intentando avanzar.

Análisis de League of Evil - Contra los retrovillanos

Esta finalidad lúdica era el principal motor de la industria, y sigue siendo la esencia de los juegos actuales, aunque ahora cuenten con muchas más florituras y coqueteen con otro tipo de mensajes. El núcleo duro, como se le define, persigue que enciendas la consola, cojas el mando y te centres en la pantalla. Ya puede estar cayendo la tormenta del siglo, que tú y tu juego estáis a lo vuestro, disfrutando de ese momento.

Ratalaika Games ha traído a PlayStation 4 League of Evil, un título plataformero que ya ha hecho una pequeña gira por smartphones, PC y plataformas de Nintendo; y que ahora ha aterrizado en la sobremesa de Sony para traer el plataformeo en esa esencia tan pura y simple como la que saltaba a la vista cuando te enfrentabas a otro compañero de género en los 80. Bastante más crecido, con muchas lecciones aprendidas por el paso de los años y con ciertas tendencias actuales, es un juego que llama a la nostalgia y que no deja de mirar al pasado; pero que no por ello pierde fuerza ni hace sentirse ante algo obsoleto. Cuando algo funciona, simplemente lo hace.

Análisis de League of Evil - Contra los retrovillanos

Análisis de League of Evil - Contra los retrovillanos

League of Evil posee un modo historia, con su argumento y todo; pero que no es más que un simple pretexto que suena de fondo, como esa televisión que dejas puesta para que haga ruido mientras estás a tus cosas, centrado en lo importante. La trama gira en torno a una liga del mal y un súper agente biónico capaz de descuajaringar enemigos de un puñetazo o una patada voladora que ya quisiera Chuck Norris para él. Tu misión es acabar con la liga del mal, un grupo de malos malísimos que quiere conquistar al mundo haciendo qué sé yo a través de yo qué sé.

Su motivación y lo que quieran hacer es algo que realmente te acaba dando exactamente igual. Te importa un bledo que se trate de las mentes más brillantes del mundo criminal, que estén en un complejo protegido y armado hasta las trancas en el que tienes que colarte o que estén preparando las armas más temibles que puedas imaginar. A ti lo que te interesa es qué dificultades te va a suponer y cómo eso en la curva de dificultad.

Porque League of Evil tiene esa trama, como decíamos, por mero acompañamiento. Si no sabes que hay una liga de villanos, que perteneces a una unidad especial denominada Fuerza de Defensa Global y que eres mitad humano, mitad cyborg, tampoco pasa nada. Este título es una de las mejores pruebas de que no se necesita una historia compleja o un guión inmaculado para hacer un buen juego. Quiere entretenerte y ponértelo difícil, lo demás ya es secundario.

Análisis de League of Evil - Contra los retrovillanos

Con todo este pretexto, la obra de Ratalaika Games y Wobblyware te lleva por un cúmulo de 140 niveles distintos. Son fases breves, que se superan en cuestión de segundos; pero que incitan a la compleción más rápida posible y a la ejecución más perfecta. Al final de cada una tienes un contador de tiempo, de vidas y de estrellas. Baja los dos primeros y aumentarás el último, consiguiendo más estrellas y mejores marcadores.

El objetivo a cumplir en cada nivel es ligeramente distinto y, en cierto modo, va ligado a lo que ocurre en la trama. Comienzas llegando al final de cada escenario para reventar al científico malvado de turno con una facilidad pasmosa para, más adelante, concluir los niveles huyendo de una emboscada o rescatando rehenes. En cierto modo, recuerda a juegos como Super Meat Boy, compuestos por niveles que se ven rápidamente y se superan a un más rápido, aunque más permisivo y amigable con el jugador.

El castillo de League of Evil se derrumbaría como uno de naipes si fallaran dos elementos tan básicos y necesarios como son el diseño de niveles y el manejo del personaje. El segundo es, simplemente, impecable, nuestro cyborg-ninja-espía se mueve con total soltura y responde a la perfección a cualquier control. El segundo también funciona bien, aunque cuando superas el centenar de fases ya se va haciendo añejo y empieza a pedir alguna que otra novedad más. Nos hubiera encantado, por ejemplo, un multijugador a nivel local o algún tipo de competición, aunque la experiencia individual es bastante satisfactoria.

Las mecánicas irradian la sencillez que forma su núcleo, pero también tienen esa triquiñuelas que tanto gustan a quienes prefieren buscar esa “otra” forma de jugar. Saltos dobles, deslizamientos por paredes, rebotes en una misma pared, el empuje del golpe en el aire… Sabe muy bien qué pequeñas modificaciones incorporar al abanico de movimientos básico para afilar y ampliar las posibilidades, ayudando a nuestro lado más speedrunner a disfrutar más.

Análisis de League of Evil - Contra los retrovillanos

Su punto menos sorprendente y destacable es el que entra por los ojos y los oídos. League of Evil recurre a algo tan antiguo y funcional como es la estética retro, dejando que los pequeños píxeles se unan de forma básica para construir a los personajes, escenarios y trampas que pueblan cada nueva fase.

No es la decisión más memorable, pero sí la que más casa con toda la propuesta en general. Animaciones y diseños tan sencillos como la banda sonora y el reparto de efectos de sonido. No son de lo más puntero, sin duda, y se echa en falta un pelín más de esfuerzo en este sentido, sobre todo en la variedad de escenarios o enemigos que aparecen por pantalla.

Por lo demás, League of Evil cumple bastante bien para quien desee echar partidas rápidas sin pensar en nada más que correr, saltar y golpear. Ah, y además incluye un completo editor de niveles para que pases horas y horas haciendo todo tipo de “perrerías” para que los demás las sufran en sus carnes gracias a la posibilidad de colgar las creaciones en la red. De uso tremendamente fácil e intuitivo, su apariencia cuadriculada sirve incluso para que puedas diseñar algo en una hoja de libreta y trates de hacerlo realidad en apenas unos minutos.

Análisis de League of Evil - Contra los retrovillanos

Análisis de League of Evil - Contra los retrovillanos

Jugabilidad: tan simple como su apariencia, tan eficaz como sencilla. El modo historia está compuesto por 140 niveles en continuo crecimiento de dificultad, escenarios cerrados y pequeños para que busques la forma de superarlos en el menor tiempo posible. El personaje responde a la perfección, con una respuesta milimétrica. El editor, por su parte, es muy sencillo y fácil de usar. En cuestión de minutos estás haciendo niveles.

Gráficos: la estética retro baña todos y cada uno de los píxeles de League of Evil. Figuras y formas extremadamente sencillas en un conjunto que, si bien funciona, echa en falta una mayor variedad para ofrecer algo de frescura a la larga.

Sonido: el punto más flojo de todo. La música, repetitiva como cualquier juego de antaño, no hace más que acompañar a unos efectos de sonido que están ahí para hacer su función. No es, precisamente, el aspecto más destacable de todo. Pero, ciertamente, no es necesario.

Duración: superar las 140 misiones principales puede llevarse unas 5 horas si eres lo suficientemente diestro. A partir de ahí, conseguir las 3 estrellas en cada nivel o superar los retos adicionales ya es otra historia bien diferente. El editor y las creaciones en línea lo convierten en algo infinito.

Conclusión: League of Evil es perfecto para quien quiera disfrutar de un plataformas a la vieja usanza, pero mucho más piadoso que otros actuales que también abogan por mirar al pasado. Cuenta con los suficientes mecanismos para dar una mayor libertad a la hora de superar niveles y, aunque puede pecar de repetitivo a la larga, tiene ese toque para que el “otra más” te haga perder más tiempo del que crees.

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