Análisis de Mario & Sonic en los Juegos Olímpicos: Tokio 2020 – Los píxeles de la nostalgia

Análisis de Mario & Sonic en los Juegos Olímpicos: Tokio 2020 – Los píxeles de la nostalgia

Mario y SonicLos Juegos Olímpicos se han adelantado unos cuantos meses en Nintendo Switch con una propuesta original que cumple algunas premisas con las que nos encontramos en nuestras primeras impresiones de Mario & Sonic en los Juegos Olímpicos: Tokio 2020. Sin embargo, SEGA no ha sabido darle mayor dimensión al juego con su principal baza: el modo Historia. Por primera vez, esta saga de videojuegos tenía la oportunidad de contar algo a través del deporte y la construcción de una realidad alternativa que quiere romper la cuarta pared. No termina de conseguir el objetivo, pero sí nos ha transportado por momentos a los tiempos de los juegos de 8 bits.

¿Cómo lo ha hecho? Mario y Sonic vuelven a reunirse en esta sexta entrega, pero las cosas se complican. Reciben una consola retro de regalo sin remitente. Lo que no saben es que todo forma parte de un plan malévolo de Dr. Eggman y Bowser para dejarles atrapados en un videojuego con tan sólo apretar el botón de inicio. Accidentalmente, los 4 personajes acaban dentro de Tokio 1964, un juego que se desarrolla en los Juegos Olímpicos de aquel año, los primeros que se celebraron en Asia y los primeros en ser retransmitidos en color por televisión, entre otras cosas. Es una representación pixelada de aquella Tokio, sus edificios y las disciplinas en las que se podía competir por entonces. Pero como en la vida, no todo es oro lo que reluce.

Lo retro se impone

Mientras este escenario totalmente retro sorprende como lo más destacado del juego, la realidad es bien distinta. En el otro lado, Luigi intentará liberar a sus amigos compitiendo en las modalidades de los Juegos Olímpicos, pero esta vez en entornos 3D. Recorrerá la ciudad de Tokio desde un mapa para visitar ubicaciones, conseguir aliados para su causa y pases para acceder a nuevas modalidades. El formato de diálogo y sobre todo la disposición de los personajes (a ambos lados de la pantalla) es un trámite tedioso que sólo sirve para introducir las pruebas. Repite patrones constantemente y esto penaliza al ritmo de un juego que debería ser ágil y entretenido.

Sonic en salto de gran altura

El concepto era prometedor, pero no ha sabido explotarlo porque el jugador pasará más tiempo leyendo conversaciones vacías que moviendo los Joy-Con. Y esta es otra de las mejores partes del juego porque cada disciplina olímpica tiene su truco. Es cierto que algunas son muy fáciles, no es un juego que busque ponerte las cosas difíciles. No obstante, algunos deportes tienen más profundidad de lo que parece. El juego también se pierde en decenas de explicaciones y, pese a ello, es posible que no consigas ganar en el primer intento. No hay niveles de dificultad como tal, pero el jugador puede elegir el tipo de control que quiere utilizar, buscando ese aliciente que le falta. Y al final, te encontrarás imitando los movimientos como si tuvieras un arco entre las manos o una pesada jabalina.

Homenaje a los Juegos Olímpicos y a Tokio

La mayoría de pruebas se superan cuando consigues un equilibrio en aspectos como la potencia, el ángulo de tiro, el timing perfecto o la velocidad. Mario & Sonic en los Juegos Olímpicos: Tokio 2020 premia la excelencia consiguiendo más puntos cuando se consigue un movimiento perfecto. A diferencia de estas pruebas, en Tokio 1964 se mantiene los controles tradicionales con botones para competir en planos 2D con guiños geniales a juegos de puntería, carreras y otros ejercicios que nos exigen tener reflejos con el mando. La idea detrás de todo esto es recoger medallas de oro, exigencias del guión que entenderás cuando lo juegues. Definitivamente, en este lado virtual las pruebas están mejor integradas con la historia.

Hay algún giro argumental (no muy loco), que quiere darle más dinamismo al escenario 3D sin mucho éxito. Luigi y otros personajes van de un lado a otro buscando objetos en bucle. Se nota más forzado, sin ideas. Los escenarios son muy vistosos, también los mapas de las dos Tokio y el jugador podrá encontrar una gran cantidad de emblemas con información de la historia de las Olimpiadas, Tokio o los personajes que aparecen en este título. Pero otra de las cosas que nos han sorprendido gratamente son los minijuegos que se desbloquean en el modo Historia. Son una serie de juegos que se alejan del carácter olímpico que tiene esta entrega y entre ellas destacan algunas como Sigilo en el museo, Escalada en la Torre o el Tren Bala, que nos hace recordar los buenos tiempos de Sonic The Hedgehog. De verdad, muy recomendables.

Mejor con amigos

Daisy tirando con arco

Con todo esto sobre la mesa, Mario & Sonic en los Juegos Olímpicos: Tokio 2020 demuestra que sigue siendo un juego que se disfruta más en compañía. El multijugador es su razón de ser y como tal es divertidísimo picarse con amigos por el mejor tiempo. Por ello, el juego vuelve a tener Partida local y online para jugar con otros jugadores que tengan consola y juego propio. Mientras que podemos echar partidas rápidas con hasta cuatro jugadores en un total de 34 disciplinas distintas, de las cuales 10 son retros y 3 pruebas Fantasía, más arcades con elementos clásicos de los juegos de Nintendo.

El apartado gráfico es todo lo que se podía esperar de este título, especialmente los escenarios de 8 bits que le dan bastante decoro a esta entrega. Es genial ver el cambio radical no sólo a nivel visual sino también sonoro con melodías metálicas más propias del chiptune. Así como los míticos cuadros de conversación que Mario no necesita porque sigue sin soltar una sola palabra. Pero ese es parte de su encanto.

Medalla de plata

No siempre se puede subir a lo más alto del podium. Mario & Sonic en los Juegos Olímpicos: Tokio 2020 es perfecto para jugar con amigos y echarse unas risas. SEGA se atrevió a crear un modo Historia que, a priori, no encaja con el género del juego. Se aplaude la iniciativa, pero ha resultado ser lineal, sin mucho sobresalto. Al menos en la realidad tridimensional porque las pruebas de Tokio 1964 están mejor integradas y sobre todo justificadas en la trama, donde podremos hacer persecuciones y minijuegos realmente divertidos. Definitivamente hay dos caras de la moneda reflejadas en las dos realidades. Donde una suma, la otra resta.

Calle de Tokio llena de personajes

Pero en conjunto es un videojuego entretenido con muy buenas maneras. Un homenaje continuo a los Juegos Olímpicos, los 8 bits y a Tokio, la próxima sede olímpica. Tiene mucha variedad de disciplinas y una decena de minijuegos que mejoran la experiencia. La forma de jugar es lo que nos permite ajustar la dificultad de alguna manera porque no es lo mismo aporrear los botones que replicar y acertar con los controles por movimiento. La banda sonora es repetitiva pero gratificante encontrar ese ritmo metálico más propio de NES.

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