Análisis de Need for Speed Heat - Quemando las calles de Palm City

Análisis de Need for Speed Heat - Quemando las calles de Palm City

Ghost Games se fundó en 2001 y heredó el testigo de Criterion Games para abordar un desafío muy exigente: devolver a una de las franquicias por excelencia del automovilismo virtual al lugar que merece. Casi nueve años después, muchos aficionados de la misma consideran que todavía no lo ha logrado y ahora vuelve a intentarlo; Need for Speed: Heat llega a las tiendas hoy mismo con la intención de brillar por encima de sus controvertidos antecesores. Para ello, nos propone adentrarnos en las calles de Palm City, una versión ficticia de la ciudad del condado de Martín, Florida. Una ciudad en la que las leyes básicas de circulación no existen, y en la que la única munición efectiva con la que cuentan las autoridades no es otra que muchos —muchos— caballos de potencia.

Need for Speed: Heat

Noche y día

Una de las principales novedades de Need for Speed: Heat es la posibilidad de elegir libremente si salimos de paseo durante el día o durante la noche, pero antes de meternos de lleno en el círculo de carreras ilegales de la ciudad, debemos saber quiénes somos y, por supuesto, qué coche conducimos. Una escueta pero contundente escena introductoria nos presenta una premisa que ya nos suena de algo: bandas callejeras que apuestan ingentes cantidades de dinero en carreras clandestinas, talleres ocultos en lugares recónditos cuyas artes mecánicas no son las más recomendables para pasar con éxito la ITV y persecuciones policiales dignas de cualquier superproducción de Hollywood. Algo que ya hemos visto una y mil veces en películas como The Fast and the Furious y, por ende, en la propia franquicia.

Need for Speed: Heat

Vale, la historia no resulta muy original, pero, ¿acaso importa para lanzarnos a las calles de la ciudad con la intención de ser el mejor en la pista? La narrativa hace uso de pequeñas escenas de vídeo que van sucediéndose en momentos clave, y aunque es cierto que no son lo suficientemente interesantes como para mantenernos enganchados al guion, a veces se agradece poder descansar un poco, ponernos un poco al día con los diferentes personajes que lo protagonizan y pulir nuestro amado coche de cara al siguiente reto.

Retos que generalmente tienen lugar cuando cae la noche. Porque, como decíamos un poco más arriba, la experiencia diurna no tiene prácticamente nada que ver con la nocturna. Como resulta evidente, esta última es la más intensa; carreras bajo la lluvia, visibilidad reducida, luces de neón alumbrando las calles de la ciudad y, por supuesto, una mayor presencia policial. Siendo así, digamos que la mañana es para ir calentando, visitar talleres o explorar en busca de coleccionables. Palm City cuenta con los clásicos carteles promocionales que debemos recoger si queremos explotar todas las posibilidades del título, y aunque encontrarlos no es demasiado complicado, hay muchos que nos exigen tener un coche potente o hacer alguna que otra maniobra arriesgada. No es un contenido demasiado inspirado, pero cumple perfectamente con su cometido de invitarnos a explorar cada rincón de la ciudad.

Need for Speed: Heat

Cuando cae la noche, la cosa es muy pero que muy distinta: no hay tiempo para relajación y solo importa pisar a fondo el acelerador. Ya sea para imponernos a otros competidores o para librarnos de las cargas policiales, en esta modalidad Ghost Games da lo mejor de sí, logrando que —por momentos—, el juego brille en lo que todo título de conducción debería mostrar su mejor cara: la conducción. Como ya sabéis, la saga apuesta por acentuado enfoque arcade y poco importa si os lleváis por delante un semáforo, la parada del autobús e incluso un coche patrulla: solo ser el más rápido. La otra cara de la moneda es el desarrollo de la campaña, cuyas misiones resultan anodinas y a menudo nos emplazan a farmear puntos de experiencia y cumplir pequeños desafíos libremente. En este aspecto sí que echamos en falta algo más de inspiración a la hora de diseñar una historia capaz de mantenerse a flote a través de la jugabilidad.

Un regreso discreto

Need for Speed: Heat es un videojuego de carreras muy divertido que, por momentos, es capaz de recordar a los mejores tiempos de la saga. La apuesta por el humor gamberro, la conducción arcade y la presencia policial casan perfectamente con la idea de hacer que la noche y el día sean muy diferentes a la hora de batirnos con nuestros rivales sobre el asfalto. Sin embargo, la falta de inspiración a la hora de dar una vuelta de tuerca a la franquicia da lugar a que no estemos ante una entrega revolucionaria, ni que tampoco destaque especialmente por encima de otros títulos de la misma.

Lo nuevo de Ghost Games cuenta con argumentos más que suficientes para convencer a los amantes de las carreras callejeras, los coches modificados y, por consiguiente, a los aficionados a la saga. Asimismo, también se ve lastrado por varios aspectos negativos que le impiden acercarse a otros títulos que también apuestan por la conducción en mundo abierto. Y es que, a pesar de las novedades, en el fondo estamos ante un título bastante conservador que, si bien hace muchas cosas bien, no es capaz de hacer prácticamente ninguna que no hayamos visto una y mil veces. Need for Speed: Heat es divertido, pero lo tiene complicado para ser el regreso ideal con el que muchos aficionados soñaban.

Need for Speed: Heat

Todos queremos que la saga vuelva por sus fueros; nos gustaría volver a disfrutar de una entrega a la altura de esos Need for Speed: Underground o Need for Speed: Most Wanted (2006). Lamentablemente, parece que tendremos que esperar a la próxima vez. Tal vez, el hecho de descansar un tiempo y abordar con energías renovadas la inminente nueva generación lleve a Ghost Games a hacernos el regalo que todos los amantes de las carreras callejeras llevamos añorando desde hace prácticamente una década. Personalmente, me gustaría insistir una vez más en que Neef for Speed: Heat no es un mal juego. Simplemente, no puede competir por el primer puesto con los más rápidos de la pista.

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