Análisis de Sniper Ghost Warrior Contracts - Un disparo impreciso

Análisis de Sniper Ghost Warrior Contracts - Un disparo impreciso

Casi diez son los años que nos separan del nacimiento de una franquicia que ha logrado crear una comunidad muy fiel que espera cada nueva entrega como agua de mayo. Ha llovido mucho desde entonces y la saga nos ha ofrecido experiencias de todo tipo, que actualmente van mucho más allá de ocupar un lugar determinado y apretar el gatillo con la intención de acertar el balazo más certero. Y ahora, CI Games se atreve a dar una nueva vuelta de tuerca apostando por los entornos abiertos y la libertad de movimiento. ¿El resultado? Sniper Ghost Warrior Contracts, un capítulo cargado de buenas ideas, pero lastrado por algunos problemas que abordaremos un poco más abajo.

El tirador pluriempleado

Aunque la saga siempre ha presumido de ofrecer grandes momentos en el rol de francotirador experto, durante las últimas entregas nos ha propuesto abordar múltiples tareas en las que, por momentos, hemos llegado a sentirnos como Solid Snake en Shadow Moses o Sam Fisher en Georgia. En esta ocasión no es para menos: Sniper Ghost Warrior Contracts nos propone mecánicas de exploración, sigilo e incluso altas dosis de acción. Siberia es el lugar elegido para los cinco emplazamientos que nos toca recorrer con la única intención de cumplir los objetivos impuestos por nuestros superiores. Cinco mapas que gozan de una extensión considerable y en los que contamos con total libertad de acción.

Sniper Ghost Warrior Contracts

Lo más curioso se encuentra en un aspecto que creará división de opiniones entre los fieles seguidores de la serie. Y es que un buen número de las pequeñas misiones que nos toca abordar en cada acto se alejan completamente de lo que haría un tirador especializado en la eliminación de objetivos a larga distancia: desactivar un dispositivo explosivo, sobrevolar el perímetro haciendo uso de un dron por control remoto, robar unos archivos infiltrándonos en la base enemiga e incluso liarnos a tiros entrando en el perímetro como un elefante en una cacharrería. Sin duda, una decisión cuestionable si tenemos en cuenta que todas estás mecánicas no funcionan tan bien como aquellas en la que el juego quiere ser fiel a sus orígenes y nos propone tumbarnos, mantener la respiración y apretar el gatillo para, acto seguido, disfrutar de la preciosa estela que dibuja cada proyectil en su camino hacia el objetivo.

Por suerte, cuando el juego apuesta por hacer lo que la saga siempre ha hecho bien, hay que decir que se convierte en una experiencia muy pero que muy disfrutable. Y es que el combate desde la distancia resulta muy gratificante y, por momentos, exigente. Las balas tienen caída y la importancia que tiene la dirección y fuerza del viento, así como la distancia que nos separa del objetivo da lugar a momentos muy exigentes que rozan la simulación. Porque no siempre gozamos del lujo de permitirnos fallar un disparo. El procedimiento es claro: identificamos al malogrado enemigo cuyo destino está a punto de ser fatal, valoramos su posición, rutina de movimiento y las condiciones atmosféricas... y apretamos el gatillo. Sin embargo, en la práctica las cosas son diferentes y os aseguramos que necesitaréis paciencia y perseverancia.

Sniper Ghost Warrior Contracts

Los problemas, como ya hemos dicho un poco más arriba, llegan cuando nos damos cuenta de que esos momentos de francotirador no son el grueso del desarrollo del título. Y decimos problemas porque, lamentablemente, no son pocos los objetivos que nos alejan de esa naturaleza de la que antaño presumía la franquicia, llevándonos al gran problema que lastra al conjunto: la inteligencia artificial. Movimientos erráticos, problemas de detección —a veces parece que los enemigos están drogados y luego hay otras en las que son auténticos linces a la hora de percatarse de nuestra presencia—. Un inconveniente que da lugar a que los tres niveles de dificultad disponibles sean prácticamente una anécdota, ya que siempre estamos sujeto a los caprichos del azar a la hora de determinar el comportamiento de nuestros rivales. Sniper Ghost Warrior Contracts no es buen videojuego ni de acción, ni de sigilo. Y su problema es que pretende serlo con frecuencia.

Algo que tampoco conviene pasar por alto es la inclusión de una máscara que facilita mucho las cosas. Como si del propio Sam Porter Bridges en Death Stranding se tratara, en todo momento tenemos la oportunidad de realizar un escaneo del entorno que nos rodea en aras de identificar puntos de escalada, enemigos y otros objetos de interés como suministros o coberturas. Los beneficios de esta máscara, al igual que nuestras bondades como tirador e incluso como espía pueden ser desarrollados gracias a un interesante sistema de progresión que hace de la experiencia algo más gratificante de lo que de por sí son capaces las irregulares mecánicas que conforman al conjunto. Pese a todo, un añadido más que no terminar de aportar nada especialmente contundente como para sostener a un título, como decimos, bastante irregular y que no tiene muy claro qué pretende ser.

Sin pena ni gloria

Sniper Ghost Warrior Contracts es un título cargado de buenas ideas, pero no siempre es capaz de ejecutarlas con acierto. Por un lado, tenemos una experiencia de mundo abierto que llega a recordar a los grandes momentos que durante los últimos años hemos pasado junto al Agente 47 en Hitman; libertad de acción, múltiples posibilidades y la necesidad de ser precisos y discretos a la hora de aniquilar al objetivo. Por otro, nos encontramos con una inteligencia artificial enemiga mejorable y ciertos errores de diseño que nos llevan a soltar el rifle de francotirador para hacer incursión en la refriega al más puro estilo Rambo. CI Games ha intentado dar una nueva gira de tuerca a la franquicia e incluso ha puesto los cimientos de lo que podría ser el futuro de la misma, pero no ha sido capaz de ofrecer un conjunto equilibrado debido a ciertos problemas que hacen que lo tenga complicado para convencer una vez más a los veteranos aficionados de la saga. Un título que llega con luces y sombras, capaz de ofrecer buenas dosis de diversión, pero al que probablemente nadie recuerde el día de mañana.

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