Una enredada metáfora

Una enredada metáfora

El estudio independiente The Chinese Room recupera su Dear Esther, surgido de un mod para Half Life 2 y desarrollado por el motor de juego Source, y lo lleva a consolas de nueva generación con un port idéntico en cualidades gráficas y con no demasiados alicientes más allá de revivir su sorprendente historia que dio comienzo a los llamados ‘walking simulator’.

Una enredada metáfora

Muy pocos estudios tienen el valor de lograr ser pioneros e inaugurar un género. Se podría decir que The Chinese Room, creadores del excelente Everybody’s Gone to the Rapture, lo hizo en el año 2012, cuando se sacaron de la manga el reconocido Dear Esther a partir de un mod de Half Life 2 y crearon lo que hoy se conoce como un ‘walking simulator’. Su opera prima no tenía medias tintas: o encantaba u horrorizaba a los jugadores.

Ahora, más de cuatro años después regresa mejorado y lo hace en consolas de nueva generación, PlayStation 4 y Xbox One, con Dear Esther: Landmark Edition. Se trata de un port escaso de nuevos contenidos y que interesará a quienes no han tenido la oportunidad de disfrutar de esta pequeña obra o a aquellos que ya enamoró en su día con una propuesta tan sencilla como controvertida.

En Dear Esther tomamos el control de un personaje masculino cuya identidad desconocemos. Estamos en el faro de una isla y solo vemos un paisaje campestre de vez en cuando manchado con rastro de pintura fluorescente. No entendemos apenas nada y es ahí donde radica la magia de este juego. Una carta que se va escribiendo conforme jugamos. No entraremos en más detalles pues cualquier mínimo aspecto podría ser considerado spoiler.

Una enredada metáfora

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Comenzaremos hablando de las novedades que incluye esta Landmark Edition de Dear Esther, que ya avanzamos que son más bien pocas. De hecho la única adición de peso es la inclusión de activar los comentarios de los principales responsables de la obra, de modo que durante el transcurso del juego en lugar de oír la narración del protagonista escucharemos la de los creadores. Estamos ante una novedad más que interesante y que podría justificar un rejugado tras acabarlo por primera vez.

Más allá de eso solo podemos reseñar la inclusión de subtítulos en castellano, unos textos que en su versión de Steam solo tenía gracias a la aportación de los fans, que incluso llegaron a trabajarse un doblaje a nuestro idioma que no ha sido incorporado en esta Landmark Edition. Como apunte curioso, el juego nos permite optar por una configuración de subtítulos de gran tamaño por si tenemos problemas a la hora de leer los predeterminados, que tienen una dimensión adecuada.

En cuanto al rendimiento cabe señalar que estamos ante un título con unos cuantos años a sus espaldas y con un apartado gráfico no demasiado exigente, por lo que el rendimiento en la versión de PlayStation 4, la que hemos probado, es magnífico, con una resolución a 1080p y una estabilidad que no decae en ningún punto de la aventura. Una aventura que está dividida en cuatro episodios (una vez terminado el juego podemos iniciar el episodio que queramos sin necesidad de jugar la obra al completo) y que tiene una duración aproximada de hora y media si tratamos de explorar al máximo los escenarios.

Una enredada metáfora

Puede parecer poco, pero la forma de narrar de Dear Esther invita a que sea breve. Y es que, al fin y al cabo, estamos recordando y recomponiendo una carta dirigida a una tal Esther repleta de arrepentimiento y redención. No sabemos qué lazos unen a nuestro protagonista y a la mencionada Esther y eso, precisamente, es lo que nos hace querer seguir avanzando en el juego de The Chinese Room.

Jugablemente hay muy poco que decir de Dear Esther. Sencillamente recorremos los escenarios (una playa, una montaña, una cueva, etc.) desde una perspectiva en primera persona y nos limitamos a llegar hasta cada punto accesible para poder desbloquear un nuevo fragmento narrado de la carta que nuestro protagonista está dirigiendo a Esther. La historia es, en cierto modo, el único punto jugable de un título en el que podemos hacer poco más allá de caminar, caer por algún que otro precipicio para volver a reaparecer o ahogarnos en el mar con el mismo resultado.

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Sin embargo, caminar por los parajes de Dear Esther merece la pena desde el punto de vista de su belleza. Mientras jugamos tendremos una sensación de paz interior y tranquilidad. No es un juego para todo el mundo, pero quienes encuentren encanto en este tipo de propuestas se sentirán atraídos por esta. Lamentablemente, la sensación que nos queda de su historia está repleta de claroscuros.

Durante la primera hora de juego apenas entenderemos nada de lo que se nos narra, mientras que a medida que avancemos comenzaremos a atar algunos cabos. No es hasta el final, no obstante, cuando todo cobra sentido. Igualmente es prácticamente imprescindible una segunda pasada para poder comprender más detalles de esta enredada metáfora que sigue siendo compleja por muchas veces que la juegues. Y es que sus propios creadores señalaron en su día que querían que cada cual se formara su propia teoría.

Es precisamente por su confuso planteamiento a la hora de narrar una historia de la que no conocemos nada (ni sus personajes, ni su contexto) que cuesta hacerse no solo al lento desplazamiento de Dear Esther y su nula jugabilidad, sino también a un hilo argumental trazado mediante una carta a Esther que no se acaba de entender hasta bien entrada la aventura. Sea como fuere, esta Landmark Edition está disponible por 10 euros, por lo que tal vez quieras descubrir su misterio por ti mismo.

Joel Castillo

Una enredada metáfora

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Jugabilidad: El videojuego de The Chinese Room dio el pistoletazo de salida al género walking simulator. Si lo conoces sabrás que su punto fuerte está en la historia y que la jugabilidad es un mero complemento. Nuestra labor es caminar de un sitio a otro para tratar de tejer una historia deshilachada en un primer momento, sin nada más que hacer con el mando.

Gráficos: Dear Esther es un título de 2012 surgido a partir de un mod de Half Life 2, por lo que su apartado gráfico no es su punto fuerte. Sin embargo llega a PlayStation 4 y Xbox One remozado y con una sólida resolución en 1080p y una estabilidad inamovible, si bien no hay momentos espectaculares que fuercen al juego.

Sonido: Una banda sonora correcta con un tema principal conmovedor. A ello cabe sumar un gran trabajo de doblaje en inglés, que será la única voz que oigamos durante el transcurso de la breve aventura.

Historia: La razón de ser de Dear Esther. Narrado como una carta de arrepentimiento que se construye a medida que damos pasos por una isla abandonada, se trata de una innovadora forma de hacer llegar una historia que, por otra parte, resulta realmente confusa hasta bien entrado en el juego. Un rejugado sería la opción más inteligente para entender todos los detalles.

Duración: Explorar con detalle cada escenario nos ocupará alrededor de una hora y media, aunque la metáfora en la que está basada el juego nos hará rejugarlo para poder entender más cosas. Del mismo modo, la posibilidad de jugarlo con los comentarios de los directores es otro aliciente para volver a superarlo.

Conclusión: Dear Esther no es un videojuego para todo el mundo. De ritmo lento, de nula jugabilidad y de intrigante historia, incluso los amantes de los ‘walking simulator’ podrían no verse atrapados por esta propuesta que se hace fuerte en su recta final y que, ahí, invita al rejugado. Quizá ahora no sorprenda tanto como lo hizo en su momento, pero sigue siendo una opción muy interesante para los apasionados de las buenas narrativas y más al precio al que ha salido al mercado digital.

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