Una felicidad amarga

Una felicidad amarga

Compulsion Games regresa tras Contrast con un título cargado de toques distópicos en una realidad alternativa. En una sociedad que se antojaba como perfecta podemos encontrar la mayor de las imperfecciones. La ciudad de Wellington Wells se marchita y tan solo es cuestión de tiempo que el navío acabe en el fondo del mar. We Happy Few llega para hacernos sentir múltiples emociones aun estando solo en su fase pre-alfa, lo que significa algo bueno.

Una felicidad amarga

Con su nuevo videojuego unen elementos de supervivencia, del roguelike y de otros géneros en un cóctel molotov que, mezclado de la forma adecuada, puede resultar en un auténtico placer para los sentidos. Prepárate para vivir una historia cruda, triste e irónica como pocas.

Una felicidad amarga

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Antes de comenzar con nada, cabe mencionar que actualmente We Happy Few nos deja probar una fase pre-alfa. Esto quiere decir que no supone el producto final, sino que éste está sujeto a diversos cambios. De hecho, puedes jugar perfectamente pero poco a poco irán saliendo actualizaciones que añadirán, modificarán o quitarán contenido. Pero lo que más llama la atención es que, a día de hoy, el videojuego no cuenta con historia… al menos teóricamente. Oficialmente, con su actualización 1.0 se incorporará toda la trama y podremos pasar a manejar personajes diferentes a medida que vayamos completando el juego con los que nos vienen dados.

¿Y por qué “teóricamente” no hay historia? Porque si bien hay una ausencia de una campaña como tal, We Happy Few es extremadamente rico por su narrativa ambiental.

Vamos a dar un pasito atrás. We Happy Few es un videojuego que nos sitúa en un Londres alternativo de 1964. Nos encontramos en Wellington Wells, donde todo aparentemente va bien. En 1933 los alemanes lograron ocupar Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, y durante ese periodo de yugo los Wellies, ciudadanos de este lugar, decidieron hacer algo. Algo muy malo que les corroe por dentro, que los destruye y que los ha llevado al punto en el que nos encontramos ahora.

We Happy Few no te cuenta una historia a lo largo de únicamente sus misiones principales, sino que absolutame nte todo tu entorno te da pequeños retazos de una pesadilla que nunca acaba. Después de Aquel Suceso, la vida de los ciudadanos de Wellington Wells cambió radicalmente y hallaron consuelo en una novedosa droga experimental que te libraba de toda carga emocional negativa… y te suprimía los malos recuerdos. Esto, además, viene de la mano con un mayor rendimiento, pues la droga ralentiza necesidades básicas como el comer o el beber. Joy, que así se llama esta droga, te sumerge en un constante estado de felicidad en el que todo es bonito, donde no existe la maldad.

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A raíz de aquí se llegaron a derivar tres tipos de personas: los Wellies, aquellos que toman su dosis de Joy tal y como está estipulado y viven sin preocupación alguna; los Downers, personas que voluntariamente han abandonado la toma de Joy; y los Wastrels, considerados Downers porque no respondieron bien a la droga Joy y han sido devorados por el remordimiento hasta el punto de enloquecer por completo.

Aquí tú juegas como un Wellie que, en un momento dado, comienza a recordar parte de su pasado. Atormentado por ello, abandona el uso de Joy… y esto es algo que los Wellies no toleran. Reniegas del motor que hace que esta sociedad marche, y serás castigado. En el mejor de los casos, acabarás en Garden District, el lado de la ciudad de los parias y los Wastrels. En el peor, te espera una muerte muy dolorosa ya sea por parte de los propios ciudadanos o por la de los bobbies, unos estilizados policías que vigilan que todo marche tal y como las normas dictan.

Es aquí, en Garden District, dónde comienzas a empaparte del gran trasfondo de este videojuego. Las casas están totalmente en ruinas y eres testigo de la decadencia en todo su esplendor. Las personas vagan sin rumbo, hablando para ellas mismas y murmurando frases sin sentido. Unos creen que están en París, otros se quejan de que “no dejan de llorar”... y luego están los que desean haber muerto en los bombardeos.

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Pero, ¿qué es lo que pasó realmente? Por desgracia no se te cuenta de manera explícita, pero puedes intuir a raíz de los monólogos de los personajes que fue algo terrible. Además, si eres observador salta algo a la vista: en las casas encuentras juguetes, columpios, caballitos de madera… ¿pero dónde están los niños?

Este es uno de los grandes misterios del videojuego, y circulan múltiples teorías. Ciñéndonos a lo que podemos ver en We Happy Few, puedes tener acceso a toda una serie de misivas donde ves fragmentos de la vida de varias personas antes o durante el gran desastre. Se menciona alguna vez a los niños y dan a entender que, o bien escaparon durante Aquel Suceso, o bien les ocurrió algo muy, muy malo.

Si a la luz del día Garden District ya ofrece una imagen desoladora, por la noche esto se acrecienta todavía más. Algunos Wastrels llegan a comentar que a la noche una extraña niebla comienza a aparecer por la ciudad, y evidentemente debe tener alguna relación con la mala decisión que tomaron los Wellies. De hecho, en el mapa puedes llegar a encontrar unas tuberías de gas que solo se ponen en marcha por la noche. ¿Casualidad o causalidad?

Si de por sí el ver cómo la gente es capaz de matar por el hecho de haberles robado una zanahoria podrida ya te sobrecoge, a medida que ahondas el lado más repudiado de la sociedad la cosa sigue yendo cuesta abajo. Mientras los Wellies viven con lujos y sin preocupaciones algunas os Wastrels y Downers deben, además de sobrevivir, evitar a toda costa La Plaga, una letal infección que acaba contigo en cuestión de días. La desesperación es tal que no es extraño encontrarte escenas tan chocantes como un hombre infectado ahorcado en un árbol, personas convalecientes en la cama que te imploran que les ayudes a pasar al otro lado del puente…

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La historia de We Happy Few es todo un cúmulo de emociones.... y eso que no se ha incorporado toda la historia. Como colofón tenemos dos elementos más que siguen despertando tanto o más misterio: Por un lado, tenemos una comida, una carne especial llamada V-Meat que tiene a los ciudadanos totalmente locos por conseguirla. Se te describe como una “carne extraña”, por lo que es evidente que tendrá importancia en el juego. En último lugar, hay que mencionar al Tío Jack. ¿Quién es? Nadie lo sabe. Lo puedes ver en televisores y escucharlo en la radio; es una celebridad en todo Wellington Wells… pero se desconoce exactamente cuál es su papel salvo el de asegurarse de que los Wellies siguen las normas social tal y como están establecidas: toma Joy; olvídate del pasado.

Todo este batiburrillo de pequeños detalles hacen que te comiences a formar tu propia teoría sobre qué puede estar ocurriendo, y si esto ya ocurre con la pre-alfa no nos podemos ni imaginar el alcance del producto final. Ahora que ya hemos comentado los que parecen ser los pilares (por ahora) del título, pasemos al análisis.

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Ahora que más o menos ya estamos contextualizados, pasemos a la valoración del juego. Nuestro protagonista, Arthur Hastings, ve cómo pasa en tan solo unos minutos de tener la vida solucionada a acabar refugiándose de los Wellies en un pequeño refugio bajo tierra. En Garden District todo escasea, por lo que deberás andar con mucho ojo si quieres sobrevivir.

We Happy Few tiene un fuerte componente de supervivencia, lo que hace inevitable la aparición de una serie de necesidades básicas que hay que cubrir cada cierto tiempo: hambre, sed y sueño. La desventaja de la pre-alfa es que se necesita algo de balanceo, pues a medida que juegas te das cuenta de que cada tres-cuatro minutos necesitas dormir o comer, lo que hace que la experiencia llegue a resultar algo frustrante porque no te da tiempo en un día de juego a explorar todo lo que quisieras.

El hambre se cubre comiendo, pero mucho cuidado porque encontrarás comida en buen y mal estado. En el mejor de los casos, si comes algo podrido podrías sufrir una serie de mareos temporales. En el peor, acabarías con una terrible intoxicación que te llevaría a vomitar durante un rato. Si vomitas, bajan el hambre y la sed… por lo que finalmente acabas en un círculo vicioso de comer-devolver-comer que deseas que finalice en algún momento. Como consuelo te indicamos que si tienes una píldora Neximidine, podrás curarte las intoxicaciones y no sufrirás sus efectos.

La sed se calma, obviamente, bebiendo agua. Necesitarás encontrar fuentes, pero recomendamos especialmente el conseguir varias cantimploras y rellenarlas para no tener que ir haciendo tantos viajes.

En tercer lugar, la fatiga se cura durmiendo en un refugio. Ten en cuenta que al dormir, el resto de necesidades desciende, por lo que antes de entregarte a Morfeo controla que esté todo en orden si no quieres despertar muriendo de inanición. Puedes intentar dormir en las camas de los Wastrels, pero éstos se podrían enfadar mucho y llegarían a atacarte con armas que, créenos, no querrás que te toquen.

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Si te hieren, se abre todo un abanico de posibilidades. Por supuesto, tu salud desciende a un ritmo alarmante así que para curarte necesitarás o untarte ungüentos o dormir. Pueden darse casos en los que, además, sufras una hemorragia. Si te pones un vendaje sucio, corres un alto riesgo de que la herida se infecte, por lo que necesitarías más objetos con los que curarte.

Con todo esto ya se da a entender que será necesario tener un inventario muy amplio, ¿verdad? Pues es así. A lo largo de la aventura necesitaremos craftear todo tipo de productos, desde trampas a curas, para lo que necesitaremos toda una serie de materiales. Éstos puedes conseguirlos en los contenedores de basura, intercambiando con otros Wastrels que te piden objetos concretos, o directamente robando en casas. No obstante, no creas que los personajes te vayan a dejar entrar en sus casas y quitarles lo poco que les queda. En las entradas la mayoría tendrán unas trampas hechas con cuerda y latas vacías que, si traspasas, alertarán al instante de tu presencia y te obligarán a salir corriendo si no quieres que cinco personas con arma en mano te maten.

Cuando entras en una casa puedes ver parte de lo que mencionábamos antes sobre la historia, que te deja pequeñas pistas con detalles como pintadas en las paredes o juguetes rotos en el suelo. Tendrás que peinar toda la zona en busca de los objetos que necesites con máxima cautela, porque si te pillan se lanzarán a por ti. Explora armarios, cómodas, hornos e incluso inodoros. Seguramente te encuentres varios cofres cerrados, así que para abrirlos necesitarás craftear una ganzúa sencilla que desaparecerá tras usarla. Todo tiene algo que te puede ayudar, ya sean kits de costura, fragmentos de metal, tornillos, comida.... Pero interesan sobre todo una serie de ítems que no son muy comunes: unos libros que te otorgan ciertas habilidades, como el poder estar más tiempo sin dormir; y unos paquetes de expansión que te desbloquean más espacio en tu inventario.

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No olvides que al encontrarte en una ciudad en ruinas y descuidada la naturaleza ha seguido su curso y poco a poco ha ido invadiendo la urbe, por lo que encontrarás muchísimos árboles y plantas. Algunas de estas últimas tienen frutos que son comestibles, y se convierten en la principal fuente de alimentación segura nada más comienzas tu andadura por We Happy Few.

Lo bueno del sistema de crafteo es que en los refugios tendrás una caja fuerte en la que almacenar objetos. Aunque guardes cosas ahí, no necesitarás sacarlas para craftear sino que el sistema directamente usará el material que necesite lo tengas en mano o en tu hogar improvisado. Lo malo, es que los lugares de almacenamiento se llenan bastante rápido.

A la hora del combate podemos crearnos s una serie de armas o recoger algunas que encontremos a lo largo del juego. También, si somos más de ir al natural, podemos optar por luchar a manos desnudas. Aquí entra un juego un aspecto muy importante: si reduces del todo la vida de un personaje a golpe de puño, éste se desmayará y podrás robarle, pero al cabo de un rato despertará. En cambio, si tienes armas puedes llegar a matarlos. De hecho, hay múltiples estrategias a la hora de noquear a los enemigos, ya que podremos dejarlos inconscientes desde un ataque por la espalda o ahogándolos con una almohada mientras duermen.

Eso sí, las peleas son muy duras y más de una vez tendrás que retroceder porque tu vida desciende muy rápido ante los golpes, sobre todo ante los ataques constantes de piedras. Los personajes más temidos serán los bobbies, que te perseguirán si actúas de manera extraña y no pararán hasta tenerte entre sus manos. Quizá una de las cosas que impactan es que cuando le pegas a alguien… te sientes mal. La situación es tan delicada que en algún momento te verás obligado a ello, pero no puedes evitar avergonzarte de ello mientras lo haces. Frases que dice nuestro protagonista como “¿Cómo hemos llegado a esto?” y reiteradas disculpas no hacen más que ayudar a que nos sintamos sucios. Rotos. Infelices dentro de una distopía cuya máxima era el abandonar toda emoción negativa.

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We Happy Few nos presenta varias localizaciones, cada una de ellas con sus propias características. Mientras que los Wastrels viven en la zona de la ciudad destruida, contaminada y enferma, los Wellies viven en lo que se aproxima a un paraíso. No obstante, sea de mayor o menor calidad hay una serie de normas sociales que deberás obedecer estrictamente si no quieres llamar la atención de los ciudadanos y acabar siendo perseguido por toda la población. Este código de conducta suele estar en una zona visible y te indica qué puedes hacer y qué no, como por ejemplo el poder comer cualquier fruta menos manzana, o saludar a todo el mundo. Rompe esto y en cuestión de segundos acabarás como en Chicken Run.

Además de estas conductas que debes realizar de la forma más milimétrica, también deberás vestir apropiadamente… ¿O esperabas poder hablar con un Wellie con unos harapos? Si vistes de manera inapropiada, ya sea demasiado sucio o demasiado arreglado, llamarás la atención así que mejor prepararte un modelito antes de pasar a una zona nueva.

Uno de los puntos fuertes de lo nuevo de Compulsion Games es que cada partida es distinta, pues las misiones y el mapa se generan al azar. Esto permite que vayas teniendo diversas visiones de cómo es la vida decadente, con personas que intentan mantener la cordura dentro de sus posibilidades y otras que se han abandonado al sectarismo y al culto de místicos dioses. A lo largo de sus misiones principales y secundarias conocemos toda una serie de personajes, todos ellos con sus propias preocupaciones, y tendremos que ayudarles en la medida de lo posible. Se espera que una vez que se incluya la historia todo cobre más sentido, pero aun así te ofrecen una imagen bastante nítida de por dónde hace aguas el bienestar de Wellington Wells.

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A nivel gráfico cabe decir que es maravilloso. Los juegos de luces son brillantes y a medida que el videojuego se actualiza e incorpora mejoras podemos apreciar un m ayor detalle en los paisajes y diseños de personajes. Puedes personalizar a cuántos fps funcione el videojuego, aunque es normal encontrar alguna que otra bajada respecto a los que marques.

Por otro lado, la banda sonora acompaña perfectamente a nuestras aventuras y nos ayudará mucho a discernir entre situaciones de tranquilidad y las de peligro. No sobresale demasiado porque quiere dar importancia a lo que dicen los personajes, aunque aquí encontramos una pequeña falla: además de estar exclusivamente en inglés, los subtítulos no son del todo precisos. A veces se dicen cosas distintas al texto que aparece, y en ocasiones te llegan diálogos que no sabes de dónde vienen y tapan el de una persona que está justo a tu lado. Las retransmisiones del Tío Jack no están subtituladas, lo que es una fuerte desventaja si quieres asegurarte de entenderlo todo.

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We Happy Few es un título apto para amantes de una buena aventura pero con una gran dosis de inmersión y reflexión. Una vez más recordamos que lo que hay disponible es una versión pre-alfa, pero no hay duda de que este videojuego puede convertirse en un gran título si pulen los aspectos por los que cojea.

María Rosado

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Jugabilidad: Se necesita un balanceo urgente de las necesidades básicas, ya que llega a ser pesado el acabar teniendo que fijarte en los indicadores de hambre, sed y fatiga en lugar de todo lo que ofrece We Happy Few. Muy interesante el que las misiones cambien en cada partida, ya que así siempre tienes una experiencia totalmente única.

Historia: Imposible de valorar si no la tenemos incluida, pero por lo que se puede intuir a través de los diálogos, las cartas y el entorno que te rodea puedes llegar a hacerte una idea de qué puede estar pasando, cosa que pocos títulos logran con tanta elegancia.

Gráficos: Todavía pueden mejorar ciertos aspectos como texturas que desentonan un poco y diseños de personajes algo repetitivos, pero el juego de luces te quita el aliento.

Sonido: Los jugadores de habla hispana agradecerían una traducción al español, pero teniendo en cuenta que estamos en una pre-alfa sabemos que esto llevará su tiempo. Los subtítulos habría que retocarlos un poco para no volverte loco intentando averiguar quién dice qué, pero tampoco es demasiado grave. La banda sonora sabe ponerte en situación, pero también respeta que no debe predominar sobre el resto de elementos.

CONCLUSIÓN: Pese a sus fallas, We Happy Few tiene todas las papeletas para ser un muy buen juego. Hay demasiadas incógnitas que esperan a ser resueltas, y nosotros estaremos preparados con nuestras mejores galas. Wellington Wells todavía no ha abierto sus puertas del todo, pero cuando lo haga no descartamos recibir una auténtica montaña rusa de experiencias.

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